Fotorreportaje: Abdiel Bermúdez Bdez
Bitácoras turísticas lo anuncian y el calor sofocante de los últimos años ratifica esta condición: Cuba es un eterno verano. La gente lo sabe, y corre al agua para exorcizar la fiebre natural que no se va del cuerpo si no se le baña con mar y espuma.
La arena finísima, el sol bueno, el beso en la boca salada, los amigos desaparecidos durante meses, el merecido descanso… Es fácil encontrar en la playa lo mejor que el verano regala.
Lástima que la temporada, como la vida misma, diste mucho de ser perfecta, y haya quienes prefieran completar la alegría propia de estos meses veraniegos con una perniciosa compañía que nunca aporta el placer esperado cuando se llega al fondo de la botella.