Por Liudmila Peña Herrera
Terminada mi primera pasión por el Facebook (como los primeros amores sin control, a los que a veces ni conocemos bien, y solo cuando descubrimos sus defectos, queremos echar tierra encima, tal y como hacen los gatos), conservo la alegría de encontrar bellas imágenes y algunas conversaciones interesantes.
Pero esta mañana, no he podido dejar de “robarme” esta imagen, compartida por Luciano Gaggia, porque siempre he tenido el sueño de atraparla, esconderla en alguna caja de regalo, transportarla a algún sitio seguro, lejos de ojos inquietos, hasta que llegue el momento de ofrecerla, en mágica ceremonia de amor, más allá de la luz del día.