Liudmila Peña Herrera
No saben qué destino toma una lágrima cuando no se seca en la mejilla de una anciana. No pueden explicar a dónde va el amor de un niño cuando se pinta en la frente, en las mejillas, en los brazos… un nombre de guerrero. No comprenden qué sabor tendrá el adiós cuando se agitan las banderas del recuerdo o se enciende una vela para iluminar los caminos venideros. Quien no conoce por dentro a Cuba -o a los cubanos- no se atreve a abrirse el corazón y dejar que entre el aluvión de sentimientos que nos sobreviene.
“Is this Fidel?”, me preguntó aquel suizo desconocido mirando al televisor y, de pronto, se puso a calcular en qué ciudad le alcanzaría el tiempo para presenciar el paso del cortejo fúnebre. “A great man”, me dijo el extranjero conmovido y se marchó diciendo “gracias” y tocándose el pecho con la palma abierta. Sigue leyendo