Por Liudmila Peña Herrera
“Explíqueme quiénes están enterrados en este lugar”, le pidió Fidel desde su grandiosa estatura. Del otro lado del mausoleo familiar donde descansan los restos de doña Lina Ruz y don Ángel Castro, Antonio musitó unas palabras con los escasos nervios firmes que le quedaban.
Entonces, la mano del Comandante se posó en su hombro: “No te pongas nervioso”, le dijo. Después, el historiador tomó el mando de la situación y explicó los acontecimientos de varias décadas atrás. Sigue leyendo