Por Liudmila Peña Herrera
Si pudiera te regalaba mis letras, toditas, de un solo golpe de tecla. No sería rendirme, no sería opacarme, no sería borrarme para nada de este territorio extraño y lejano en el que me ha tocado estar, quietecita.
Si pudiera me cortaba algún cabello y lo echaba a volar viento norte, programando previamente su destino. Eso, si pudiera, claro. Igual, cambiaría las fronteras, las tarifas telefónicas, las leyes de la vida, los destinos del tiempo. Repito: si pudiera.
Así podría llegar a salvo el dulce que más te gusta, y que no entiendo cómo, porque aún no le encuentro la magia a ese dulce simple, tan sencillo.
Así te sabría cantar sin interrupciones de estilo o, mejor dicho, de tono, la canción más hermosa del mundo, a eso de las cuatro y diez, que es la hora que más nos gusta. Llegaría hasta ti, no en forma de beso, como ahora; sino de veras, de veritas, así como llega la gente, de sorpresa, para abrazar a quien se quiere. Ah, pero todo eso, si pudiera. Sigue leyendo