
Imagen: Tomada de Internet
Por Liudmila Peña Herrera
Otra vez lunes y ella frente al espejo, disfrutando del momento más placentero del día antes de marcharse al trabajo. Se mira y esconde con polvos sus ojeras, dibuja sombras de colores en los párpados cansados y piensa cuánto ha envejecido en pocos años. Otra vez lunes y ella sin pintarse las uñas, porque el domingo llegó visita y no alcanzó el tiempo ni para planchar. Otra vez, frente a la luna que reproduce su imagen de muchacha una década mayor de lo que es, vuelve a repetirse en silencio: “¡Qué castigo el de haber nacido mujer!
Mientras recoge un camino de objetos desde el cuarto hasta la sala, para dejar la casa “pulía” por si llega un visitante de imprevisto, se dice: “Esto de ser mujer es complicado”. Así comienza el día para una Eva desesperada (o dos, o tres, o cientos de Evas de este tipo) que hoy no ha de llevar el niño al círculo porque el exmarido decidió ser mejor padre esta semana. Así sale de casa una Eva dolida, acostumbrada a cumplir con sus “obligaciones”, sonreír y estar bonita aunque la mate el cansancio, si pretende encontrar hombre bueno y compromiso. Sigue leyendo